Por Juan Ramón Negrete Jiménez

Primero se escuchó un golpe seco, como si hubiera caído algo pesado en la plancha de concreto de la explanada de la “Plaza bandera nacional”, la que se encuentra entre los palacios de Justicia y Legislativo, y junto con el golpe, empiezan los gritos por una parte de las y los estudiantes universitarios que se habían unido a la protesta de los trabajadores del Poder Judicial de la Federación, por el otro, las carreras de los elementos  antimotines de la Policía estatal y de la Secretaría de Seguridad Pública del estado, haciendo a un lado las vallas metálicas de protección, que ellos mismos habían colocado desde antes del amanecer.

El golpe que se escuchó, había sido la caída de una valla, luego otra más, los manifestantes, la mayoría de ellos jóvenes, hombres y mujeres, había decidido  romper el primer cerco de protección y enseguida tratar de traspasar el segundo, que era el que estaba protegiendo el acceso principal al Congreso del Estado.

Custodiando las puertas de cristal, el grupo antimotines de la Policía Estatal, en la trifulca no tuve tiempo de contarlos, pero eran muchos, hombres y mujeres que con escudos en un brazo y el tolete en la otra, lanzaban mandobles a diestra y siniestra para tratar de evitar que la gente se les acercara.

Además portaban los chalecos antibalas, cascos y pasamontañas.

La muchedumbre gritaba a los antimotines, exigiéndoles que franquearan el paso y se les permitiera ingresar al Congreso del Estado. “Queremos dialogar/queremos dialogar”, “Queremos dialogar/queremos dialogar”, era la consigna que a todo pulmón gritaban los manifestantes”

“¡La sesión es pública, queremos que nos escuchen!”, “¡Somos pueblo!…   “¡Somos pueblo!…  “¡Somos pueblo!… “, gritaban por un lado trabajadores del Poder Judicial de la Federación, que al frente iban magistrados y jueces, pero también por el otro los estudiantes que decían ser de la Facultad de Derecho, pedirían diálogo a los diputados, “¡Queremos que nos escuchen, antes de que aprueben las reformas!”.

Otros más les gritaban a los antimotines, que alguien le comunicara a los diputados, que estaban sesionando en lo oscurito, arropados solamente por los chairos, funcionarios, funcionarias, trabajadores de Gobierno del Estado y servidores de la nación que están en la nómina, así como la dirigencia estatal de MORENA, encabezada por Dulce Huerta, que desde antes de las 9:00 de la mañana había llegado al Congreso y que más tarde de le unió la Secretaria General, Mitzuko Márquez, que eran quienes manejaban el ingreso.

Los manifestantes, exigían ser escuchados y proponían se le permitiera a una comisión de cinco personas se les dejara ingresar al Congreso, para dialogar con las y los legisladores.

Las y los estudiantes proponían a su vez, que en esa comisión de diálogo, se permitiera que entraran dos estudiantes, para hacer escuchar su voz y las causas de por qué estaban en contra de las reformas al Poder Judicial.

Oídos sordos…

Sin embargo los gritos y las protestas no tuvieron eco, nadie quería escucharlos, lo que enardeció a quienes pedían dialogar y los jóvenes que habían derribado ya la mayoría de vallas que estaban protegiendo el acceso al Congreso, las agarran como  ariete y se lanzan en contra de los antimotines, que resisten la primera embestida.

Lo que los manifestantes trataban de hacer era abrir a como diera lugar la puerta del Congreso, y de esa manera ingresar ante la falta de capacidad de alguna autoridad del Congreso para dialogar.

La orden había sido clara: “Que nadie traspase los cercos de seguridad, y a quienes lo hagan reprímalos”, y vaya que lo aprendieron bien los antimotines.

Porque cuando llega la segunda arremetida con otra de las vallas de acero, que echó un paso atrás a los elementos de seguridad, empieza la golpiza.

Toletazos a diestra y siniestra, sin ver a quien le pegaban, ni en donde, lo mismo hubo jóvenes y jovencitas que recibieron la caricia del tolete en las costillas, que en los brazos al tratar de protegerse, o para obligarlos a que soltaran la valla y quitárselas a los protestantes.

En la trifulca, rueda por el piso un macetón de los que se encontraban adornando el acceso al recinto legislativo; primero rompieron uno, más tarde también se rompería el del otro extremo.

Y corrió la sangre…

Los funcionarios del Poder Judicial, hacían esfuerzos para tratar de que se recuperara la tranquilidad y entre ellos el magistrado del Tribunal Colegiado de Circuito, Martín Rubio, que por un lado hacía esfuerzos ante los antimotines, tratando de que se le permitiera el acceso, pero luego se volteaba ante los manifestantes, a tratar de apaciguar los ánimos, “¡compañeros, compañeras, no caigan en provocaciones, por favor, nuestra manifestación es pacífica!”, gritaba voz en cuello.

Para esto, ya había una lluvia de proyectiles, tratando de atinarla a los cristales de las puertas de acceso, para entonces sí arremeter y tratar de ingresar a como diera lugar.

Vinieron otras intentonas con las vallas de protección, ahora con más fuerza, y en la arremetida, logran derribar al piso a unos, o a dos elementos antimotines, con tan mala fortuna para uno de los que cayeron, que era el más golpes había repartido con fuerza desmedida, por no decir con brutalidad, por eso cuando cae al piso y queda debajo de la valla, los manifestantes tratando de ingresar, pisoteándolo y o falto quien se desquitara del toletazo que éste le había propinado.

Sin embargo la represión fue con más brutalidad y no se tentaban el corazón para agredir a muchachas y muchachos, ante la impotencia de magistrados y jueces.

Fue justamente en medio de la trifulca, cuando el magistrado Martín Rubio, al voltear hacia donde estaban los manifestantes, recibe una agresión directa en el rostro.

De la parte posterior de la manifestación, una mujer, que había agarrado una parte del macetón  de barro que se había roto y lo lanzó, quizá dirigido a los cristales, o tal vez a los antimotines, con tan mala suerte que el objeto se impacto directamente en el rostro del magistrado, provocándole lesiones seria en el rostro, por lo que tuvo que ser retirado para trasladarlo a una clínica hospitalaria.

Diputados asustados…

Para esto deje comentarle que cuando ocurrieron estos hechos, la sesión extraordinaria a la que no pudimos entrar (por no ser de los bendecidos por MORENA), llevaba 35 minutos de haber iniciado.

La diputada Yommira Jockimber Carrillo, estaba dando lectura desde tribuna, al dictamen que contenía la Minuta Proyecto de Decreto que reformaban diversos artículos de la Constitución.

Primero se escuchó el crujir de los cristales ante la arremetida de la gente hacia los antimotines, esto la alertó y brevemente detiene la lectura y voltea inconscientemente hacia la puerta de acceso al Congreso.

Continua hablando y apenas 20 o 25 segundos después, el ruido es más fuerte y las puertas de cristal amenazan con no resistir, ya que el embate hacia los antimotines había prever un escenario, donde se abriría el acceso del Congreso del Estado.

Por eso, le presidenta de la Comisión Permanente del Congreso, Priscila García Delgado, con el susto reflejado en la cara, toma el micrófono para solo decir que con fundamento en el Reglamento de la Ley Orgánica e declaraba un receso.

No habían había dicho eso, cuando es la primera en levantarse de su lugar y a paso acelerado abandonar el recinto legislativo e introducirse en la Sala de Juntas “General Francisco J. Múgica”, donde estaban resguardadas por elementos de seguridad pública.

A ella se unieron todas y todos los legisladores de MORENA, sus aliados y los diputados sin partido, que luego votarían a favor de aprobar la Minuta.

En tanto, en el área de butacas, que desde antes de las 10:00 de la mañana, se encontraban abarrotadas de funcionarios y trabajadores de Gobierno del estado y funcionarios de MORENA, iniciaran la estampida para tratar de encontrar un lugar más seguro para protegerse.

Algunos subieron a la segunda planta, otros bajaron al sótano, cualquier lugar era mejor, que quedarse en el recinto  de sesiones, en caso de que ingresaran los manifestantes.

La suspensión de la sesión duró 8 minutos aproximadamente, y viendo que los antimotines había frenado a toletazo limpio la intentona de los manifestantes por ingresar, reanudaron la sesión.

Hubo infiltrados…

En la plaza “Bandera Nacional”, el caos continuaba, los universitarios que se habían sumado a la manifestación, reclamaban a los antimotines, la brutalidad con que lo habían tratado y en medio de los gritos de “gobierno opresor/gobierno opresor”, pues lo único que pedían los jóvenes, era que se les permitieran ingresar al Congreso para sostener un diálogo con los diputados.

Los jueces y magistrados, así como las y los manifestantes del Poder Judicial de la Federación, se replegaban luego de la agresión al magistrado Martín Rubio y comentaban que en la protesta hubo gente infiltrada, que habían sido los que iniciaron las provocaciones y agresiones y se desmarcaban de los hechos, señalando que su movimiento era pacífico.

En tanto las consignas continuaban “Señor Andrés Manuel/el corrupto es usted”, o también aquella de “Señor Diputado/ detén al dictador”, así como la de “Señor Andrés Manuel/usted es el corruptor”, las cuales se repetían una y otra vez, junto con otra veintena de consignas.

El saldo…

La sesión continuó al interior del Congreso, mientras afuera, los manifestantes resistían la lluvia que se dejó abatir, y a las 18:30 horas, con 18 votos de Morena, del PT, un diputado del PRI y dos más que ya no tienen partido, porque ya los recorrieron todos, aprobaron la Minuta Proyecto de Decreto, para reformar la Constitución General de la República.

Y mientras los manifestantes se trasladaban para apostarse por el ingreso al Congreso, por la rampa del sótano, para despedir a los acarreados por MORENA, pudimos saber que a los menos seis elementos de antimotines habían sido trasladados a recibir atención, por los golpes sufridos en la tribuna.

Por la otra parte, más de una docena de jóvenes, hombres y mujeres, se resentían de golpes contusos en brazos, cabeza, costillas, algún “chichón” en la cabeza y algún sangrado de nariz, aunque al parecer ninguno de gravedad, salvo la agresión que recibió el magistrado del Tribunal Colegiado de Circuitos.

Por eso antes de retirarse de la explanada, una jovencita les grita a los policías, “ya todos ustedes son mis hijos, porque todos llevan mi sangre”, y es que en el zipizape, fue una de las que pagaron cara su osadía.

Cuando las cosas se habían tranquilizado, a las 18:48, los antimotines, ingresaron al salón de sesiones del Congreso del Estado, al ya no haber manifestantes en la plaza Bandera Nacional.

Y fue a las 19:11 horas, cuando todos los elementos de seguridad, abordaron las patrullas y camionetas que los habían transportado y se retiraban de los Palacios Legislativo y Judicial

Así término el 11-S, en Colima.